Adoro viajar...

Y también me gusta escribir, así que junté estas dos actividades que me encantan y decidí ponerlas en línea, no a dieta sino en el ciberespacio. Aquí podrás conocer un poquito de las cosas lindas que hay en mi Perú, y por supuesto a mí. No te vayas sin dejar un comentario en la entrada que te haya gustado o desagradado, no me gustan las críticas pero estoy aprendiendo a aceptarlas, y con gusto aceptaré las tuyas. Ahhh! me olvidaba, también me gusta la fotografía y en su mayoría, las fotos publicadas, han sido tomadas por mí.

viernes, 10 de junio de 2011

El Cerro San Cristobal

Cuando estudié la secundaria en el colegio estatal Lucie Rynnning, que se encuentra a unas cuadras de las faldas del Cerro San Cristobal, tuve varias compañeras de aula que vivían ahí. Para ellas era algo normal y común vivir en el cerro, para mí era algo novedoso. Una de las tardes en que nos “tiramos la pera” (escaparnos del cole sin entrar a clases) fui invitada a la casa de una amiga. Subimos por caminos afirmados de tierra, algunas escaleras maltrechas y hasta entre las grandes piedras que tiene ese cerro. Desde la ventana de su sala tenía una vista privilegiada que mostraba Lima de una manera, para mí, nunca antes vista.

La cruz que se enciende por las noches, desde pequeña, fue para mí, referencia de que ya estaba cerca a mi casa. Recuerdo que viajando en carro, en algún trayecto largo, cuando localizaba la cruz en el horizonte, al principio la veía muy pequeñita, pero conforme nos acercábamos ésta iba creciendo, lo que significaba que ya faltaba poco para llegar a casa. La silueta del cerro es parte del paisaje que caracteriza mi ciudad y es punto de referencia para cuando quiero ubicarme geográficamente.

Mi mamá me contó alguna vez, que ella de joven había hecho peregrinaciones a la cruz del cerro que se encuentra en la cumbre, pero que el camino era muy difícil. Yo siempre anhelé llegar más allá de las casas, hasta la misma cruz. De chica no lo pude hacer.

Hace unos años, pude subir al cerro, para hacer unas tomas fotográficas nocturnas, éstas las hice acompañada de unas amigas del instituto. La vista fue impresionante, me quedé estupefacta por la cantidad de luces, era como un mar de lava en ebullición, un mar de luces sin fin. No podía imaginarme que tremendo espectáculo se sucede cada noche, y yo me lo había estado perdiendo. Estuvimos alrededor de una hora disfrutando de la vista y haciendo las respectivas tomas fotográficas. Entre las luces pude localizar la Plaza de Armas, la Avenida Próceres de la Independencia y otros lugares conocidos.


En otra ocasión, una tarde soleada, subí y pude ver hacia el litoral el Callao, La Punta y la Isla San Lorenzo, por el este, puede ver el inmenso y pujante distrito de San Juan de Lurigancho, por el cono norte hasta Carabayllo y por el oeste los distritos empresariales, con sus grandes edificios y larguísimas avenidas.


El Cerro San Cristobal, un perfecto mirador natural, ha sido mudo testigo de los grandes acontecimientos que se sucedieron, se suceden y se sucederán en Lima. Considerado en tiempos prehispánicos como el “Apu” del valle del Rímac. Ahora es un ícono de nuestra querida capital ya que este cerro enmarca el paisaje de Lima, y a ésta se la gráfica, casi siempre, con la silueta del cerro como fondo.

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